lunes, 3 de mayo de 2010

De nuevo estoy de vuelta

SOBRE AFICHES, MICROFONOS Y PANTALLAS….

Como ya es costumbre desde el tratamiento y posterior sanción de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, desde el 16 de abril y hasta la fecha, está en desarrollo una operación de prensa del diario Clarín, corregida y aumentada por los demás integrantes del grupo monopólico: radios (Mitre, FM 100), canal 13 y demás señales de cable, encabezados por TN.
En esta ocasión la excusa son unos afiches que aparecieron pegados en las calles de Buenos Aires (no sabemos en que cantidad) coincidiendo, quizás no casualmente, con una movilización notablemente masiva (se habla de unas 50.000 personas) hacia el palacio de tribunales de esa ciudad, para reclamar a la “justicia”, por los amañados “amparos” que han trabado, por el momento, la aplicación de la nueva norma sobre medios de comunicación.
Detengámonos por un instante en estos dos hechos:
Afiches y Movilización.

Los Afiches
Con respecto al cartel (de doble pliego y a color lo que indica una logística y capacidad financiera para producirlos), vale destacar su mala redacción: “ Se puede ser “Periodistas Independientes”, y servir a la dueña de un multimedio que está acusada de apropiación de Hijos de Desaparecidos?”. (Lo correcto sería el uso del singular “Periodista Independiente”).
Debajo del texto están los nombres y fotos de 12 (supongo por una cuestión de espacio) periodistas del Grupo, encabezados por Santo Biasatti, María Laura Santillán, pasando por Jefes de Redacción como Eduardo Van der Koy, el editorialista de Clarín Ricardo Kirschbaum, extrañamente las imágenes de Marcelo Bonelli y Gustavo Silvestre aparecen separadas. Con justicia por su trayectoria en el grupo está también Nelson Castro, así como las últimas adquisiciones de TN: Ernesto Tenembaum y Marcelo Zlotogwiazda entre otros.
Los carteles no tienen firma, lo que equivale a decir que ninguna persona u organización se lo adjudica. Y este anonimato, probablemente sea lo que los invalida, desde diferentes ópticas. Por solo citar algunas aristas, los supuestos atacados ponen allí el germen de supuestas conspiraciones violentas sobre sus personas. Y desde otro ángulo, y los hay varios, están los que evalúan que permiten un efecto de victimización de los implicados, que políticamente produce el efecto inverso al que desearían los que los llevaron a cabo.
Puede sonar excesivo, pero creo conviene detenerse en lo que podríamos denominar la contradicción que plantea el afiche: periodista independiente-dueña de multimedio acusada de apropiación de hijos de desaparecidos.
En realidad, el periodismo independiente no existe, como lo sabemos todos los que lo ejercemos, independientemente de la calidad moral del dueño del medio para el que trabajemos. De todos modos ese es el slogan de promoción del canal de ¿noticias? TN: Periodismo Independiente. A raíz de esto, el resto del periodismo podría sentirse agraviado, en tanto esa cualidad se la atribuyeran como distintiva frente al resto. Pero también es remarcable que, supongo, todos los nombrados, tienen por lo menos fuertes sospechas, de lo que otros tenemos casi certezas: los hijos de Ernestina Herrera de Noble son hijos de desaparecidos y por esto justamente es que vienen dilatando hasta extremos inverosímiles, las pruebas de ADN, que determinarían o no tal situación. La pregunta entonces sería: pueden uds. estar tranquilos con sus conciencias?
Podemos inferir por su historia, que Joaquín Morales Solá sí. Quizás también Bonelli o Silvestre, pero el resto? Sobre todo los mentados Slotogwiazda y Tenembaum. Parece más difícil.
Ahora, al margen de estas disquisiciones, resulta como mínimo extravagante, que personajes públicos, de exposición mediática masiva, expresen sentirse agraviados, hostigados, intimidados o perseguidos, y que teman por su seguridad o hacienda, por unos afiches pegados en la vía pública, que cuestionan su “independencia”.
Carteles, dicho sea de paso, que probablemente hubieran pasado desapercibidos para la mayoría de la población (ni que hablar de los que vivimos fuera de la capital, como en mi caso), de no haberse operado una gigantesca y repetida operación de prensa, a través de sus más eficaces “armas”: los micrófonos de radio y la pantalla de los canales del grupo. Esto sin restar méritos, al resto de los diarios, radios y/o canales de TV, tanto capitalinos como del interior, que por línea editorial de sus dueños, por coincidencia corporativa u holgazanería intelectual de algunos colegas, se prestaron mansamente a amplificar la mal llamada “denuncia”.
Fue así como unas decenas o centenas de afiches destinados a ser vistos por mucho menos público que la pantalla de un canal de TV y a desaparecer de la geografía urbana con rapidez, lograron una “difusión” y “visualización” imposible para el soporte gráfico.

La Movilización a Tribunales
Todo lo contrario sucedió con la movilización donde confluyeron decenas de miles de personas, solicitando la pronta aplicación de la nueva ley de medios. La misma contó con la adhesión de organizaciones de derechos humanos, sindicales (una de las contadas coincidencias entre CGT Y CTA), organizaciones sociales, políticas, periodísticas, estudiantes de periodismo de diferentes instituciones educativas, artistas, periodistas, y nuevos “colectivos” como el autodenominado “autoconvocados de facebook 678”.
La masiva marcha y el acto posterior fueron “ninguneados” o “invisibilizados” por buena o gran parte de los mismos medios, que amplificaron o se prestaron a seguir la agenda del mayor multimedios de la Argentina.
Sólo el canal público y algunas señales de noticias (no TN, que prefirió el lacónico: “marcha provoca caos de tránsito en la zona del obelisco”), difundieron imágenes del evento.
También escasa fue la repercusión en los medios gráficos y en las radios, con contadas excepciones como la del periodista Victor Hugo Morales o algunas FM de menor llegada. Y ni hablar de la enorme disparidad temporal, que los propios medios, han dedicado a ambos eventos. Lo de la marcha “fue” rápidamente, pero la zaga de los supuestos ataques a la libertad de expresión continúa hasta estos días, contando con la inestimable colaboración de buena parte del denominado “arco opositor” al gobierno nacional y la aún más insólita postura de algunos senadores oficialistas. La relación entre política-políticos y medios tiene de por sí una complejidad que ameritaría un desarrollo más extenso que el de la presente nota.
De todos modos, hay un debate sobre el ejercicio del periodismo, que va a resultar inevitable nos demos y será difícil evitar, si no queremos padecer la pérdida del capital simbólico que el ejercicio de esta profesión supo ganarse (a veces exageradamente) frente a situaciones sociales como las vividas durante 2001 y 2002 en nuestro país.